miércoles, 6 de octubre de 2010

Lumbier

Sólo tenías que decir que sí. Ni siquiera tenías que sentirlo. Yo creo que tampoco era mucho pedir ¿no?. Y ahora me pregunto si habrá - que seguro que sí- algo de líricia en tus visceras como lecho de buitres. Cuando te arroje y tu cuerpo describa tu última huida sin besarme. Tal vez te hagas pedazos como mi corazón. Ahora tus pechos desnudos parecen tristes, cuando ayer su turgencia era dolorosa y lejana. ¿Y yo te hice daño? No. No lo creo. Era ya tarde cuando empecé con ello, y el fino hilo de sangre en tu comisura parecía inclinarse a la lascivia más que hacia el horror.
O sea, el horror. Este era el plan B. Venir a Lumbier con tu cuerpo que nunca pareció tan pesado en su fragilidad. Parecía volar cuando estabas en los brazos de los otros. Siempre los otros. ¿Era el plan B? No sé. Creo que era el plan B, o eso quiero creer. Si hubieras bebido más ahora te dolería la cabeza. Tal vez más cosas, pero estarías viva. Supongo.
La palabra foz me sugiere abismo, me sugiere un eco abultado en bidones metálicos. Foz es como "voz" ¿no?. Una llamada a los adentros, un reclamo negro y sucio. Tampoco es tan inmenso, aunque sí profundo y verde cuando amanezca.
Yo no quiero mirar hacia abajo. Mira tú si quieres que para eso dijiste que no y te pusiste esas medias de rejilla. Mira tú. Mira esas sombras que son alargadas, que se mueven recortando la oscuridad. Se mueven con esa quietud extraña en la que tú has desembocado.
¿Esa mueca es una sonrisa?
Al final todos seremos ángeles.






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